Uno de los fenómenos astronómicos más estudiados por los astrólogos de todos los tiempos son los eclipses. Se puede decir que es una de las manifestaciones celestes que más han impresionado a la humanidad. La palabra "eclipse" proviene del latín "eclipsis", que a su vez viene del griego "écleipsis", que significa desaparición. Y esto es precisamente un eclipse: la desaparición transitoria total o parcial de un astro por interposición de otro cuerpo celeste ante los ojos de un observador.
El primer eclipse de la década se produce el 10 de enero en el grado 20° del eje Cáncer-Capricornio. Se trata de un eclipse penumbral de Luna, es decir, que no se trata de un eclipse total, que son los más fuertes, porque cuanto mayor sea el oscurecimiento del luminar (Sol o Luna) eclipsado, mayores serán sus efectos. Un eclipse de Luna se produce solamente durante la Luna llena. La Luna se encuentra en el apogeo lunar, está más alejada de la Tierra. Todos los eclipses tienen efectos sobre el campo electromagnético de la tierra y, por lo tanto, pueden ser medidos científicamente; de la misma forma, un eclipse puede afectar también el campo magnético de nuestro cuerpo humano. Durante el eclipse lunar, el reflejo de la radiación infrarroja se detiene completamente. Durante la Luna Llena, y especialmente durante un eclipse lunar, la tensión superficial de los líquidos aumenta. Nuestros cuerpos son en su mayor parte líquido, por lo que aumentará la tensión a causa de efectos bioquímicos en nuestro organismo. Los eclipses traen cambios de dirección inesperados o eventos que parecen “destinados” a suceder cuando tocan un punto sensible cualquiera en la carta. La zona de ocurrencia del eclipse es la zona de afectación donde más intensamente se sienten sus efectos. Para que nos afecte, no se trata únicamente de que el eclipse caiga o no en nuestro signo solar. Para conocer dónde pueden manifestarse más claramente sus consecuencias es importante saber qué punto o casa de la Carta natal afecta, ya que podemos tener planetas en puntos sensibilizados por el fenómeno. Sin embargo, es un eclipse que “se las trae”, ya que activará los tránsitos de dos pesos “pesados”, como son Saturno y Plutón, próximos a su conjunción partil (exacta) que se producirá el 12 de enero, acompañando un gran desbalance energético que se irá desarrollando durante los primeros meses del 2020 con un gran stellium en Capricornio. El eclipse se produce el día 10 de enero 2020 a las 19:21 de TU 16:21 horas de Argentina, a 20° del eje Cáncer Capricornio; y la conjunción de Saturno con Plutón se produce el día 12 de enero en el grado 22° de Capricornio. Este aspecto marca generalmente crisis de limitación y contracción, y tiene un carácter opresivo-restrictivo asociado con la finalización de alguna etapa. A menudo ocurre que los problemas económicos aquejan y hay que asumir más responsabilidades. Este aspecto sincroniza con un período de pruebas y tensiones no sólo a nivel individual sino a nivel colectivo, ya que estuvo presente en momentos dramáticos de la historia de la humanidad, como las guerras mundiales, la crisis del 30, la caída de las Torres gemelas, nuestra guerra de Malvinas, etc. Las restricciones de Saturno impuestas a las energías de Plutón pueden resultar peligrosas porque pueden hacer que algo estalle de acuerdo con las circunstancias. Una manera de descargar positivamente esta energía es tratar de producir un cambio de estructura en la vida. Los efectos positivos de esa conjunción tienen que ver con la participación en logros obtenidos por grandes grupos en las cuales uno es una de las muchas individualidades que trabajan a unísono por un mismo objetivo. Como en todas las Lunas Llenas, durante este eclipse de Luna, nuestras reacciones serán más instintivas y viscerales y los efectos sobre el organismo serán más directos, con mayor tendencia a los trastornos psicosomáticos, por lo que será recomendable nos ocupemos de relajarnos. Un eclipse lunar (en Luna Llena) marca finales, el tiempo de conclusión o de culminación de ciertos acontecimientos. Si conseguimos sosegar nuestra mente, nuestro cuerpo estará más flexible, liviano y viceversa. En los eclipses de Luna hay que recordar que hay que trabajar sobre nuestras emociones enfocando nuestra conciencia (quien realmente somos) a un “espacio sin mente”, nuestro Yo Interior, nuestra verdadera esencia. Hay que recordar que, durante los eclipses, como en toda crisis de reordenamiento, se presenta la oportunidad de liberarnos de lazos negativos para alinearnos de otro modo al examinar y sondear nuestro interior buscando nuevos caminos y posibilidades. Cuando se puede ser consciente de los procesos internos de nuestra mente, cuerpo y emociones, se pueden dirigir las energías a donde más se necesitan.
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